Por Laura Herráez
Los Duques de Cambridge no saldrán de viaje de novios inmediatamente después de la boda, como sí hicieron los Príncipes de Gales hace 30 años, según ha anunciado la Casa Real británica. El Principe Guillermo «se reincorporará a su trabajo» este martes, en principio en la base de las Fuerzas Armadas en Gales donde completa su formación militar como piloto.
La pareja, que ha abandonado esta mañana el Palacio de Buckingham en helicóptero, pasará el resto del fin de semana juntos, en un lugar no confirmado que podría ser el Palacio de Balmoral de Isabel II en Escocia.
El viaje de novios es considerado un acto privado y no se conocerá el destino al menos hasta que la joven pareja se encuentre ya allí, según ha trascendido. En las casas de apuestas, Kenia y Jordania son los lugares elegidos por los jugadores, dos antiguas colonias británicas con tradicionales relaciones con la Corona británica. Otros destinos posibles serían algunas de las islas caribeñas que son todavía de soberanía británica.
El secreto es absoluto para proteger la intimidad de la pareja y, sobre todo, para intentar sortear a los cientos de «paparazzi» que se encuentran ya apostados por decenas de los otros 53 países que forman, con el Reino Unido, la Commonwealth. Se sabe que los recién casados visitarán Canadá próximamente, en su primer viaje «de trabajo». Por ahora, los comentaristas apuestan porque la pareja descansará al menos un par de días en el Palacio de Balmoral, la residencia escocesa de la Familia Real donde también comenzaron su viaje Carlos y Diana, hace 30 años.
Los comentaristas creen que descansarán unos días en Balmoral
Lo que seguro no podrán hacer Guillermo y Catalina -«la hija que no pude tener», como dijo afectuosamente el Príncipe de Gales este viernes en el brindis de la recepción en Buckingham que siguió a la ceremonia- es surcar los mares en el Britannia, el yate de la Casa Real donde pasaron su luna de miel los Príncipes de Gales en 1981, atracado como buque-museo en Edimburgo desde 1997.
Los recién casados han paseado este sábado mañana por Buckingham antes de subir al helicóptero, en las primeras imágenes de una pareja que ha amanecido como matrimonio por primera vez en su vida. Ella llevaba un vestido azul por encima de la rodilla con rebeca negra, y él pantalón beige con chaqueta oscura.
La juerga tras la boda duró hasta las 5 de la mañana, según algunos diarios locales, aunque no se sabe si los novios apagaron las luces de Buckingham, como es preceptivo. El príncipe Enrique abandonó la residencia de su abuela a las 3 de la mañana, cansado, y liberado ya de su gran papel: el discurso para el novio, su hermano, en calidad de padrino. Aunque las pérfidas apuestas dudaban de que llegara sobrio al lance, al parecer triunfó con sus bromas sobre la calvicie galopante de Guillermo y la estatura de Kate con los tacones, que superaba en altura al nonagenario Duque de Edimburgo. La Reina y su esposo habían abandonado su residencia por la tarde, dejando elegantemente a los jóvenes a los mandos del Palacio.
Todavía esta mañana, decenas de personas curioseaban en la explanada y las calles cercanas. El tráfico seguía cerrado al mediodía, y cientos de periodistas parecían resistirse a abandonar un evento que tuvo casi 25 millones de espectadores en el Reino Unido (menos que en la boda de Carlos y Diana) y más de 2.000 en todo el mundo. El parque de St. James amanecía, sin embargo, como si nada hubiera pasado, limpio y liberado del inmenso picnic colectivo en que se convirtió después de que los recién casados premiaran ayer a su público con dos besos desde el balcón.
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