Por Laura Herráez
El presidente del Gobierno ya no puede vender optimismo ni siquiera al amparo de los suyos. Lo comprobó ayer José Luis Rodríguez Zapatero en el municipio tinerfeño de La Laguna, adonde acudió para participar en un mitin junto a los candidatos socialistas a las instituciones de la isla. Justo cuando trataba de exonerar a su Ejecutivo de la crisis y sus consecuencias («nosotros tenemos que combatir el paro que no generamos», dijo), siete desempleados representaron el desalentador papel de cada una de las cifras del paro —4.910.200— vestidos con sendas camisetas serigrafiadas. «Asumimos la responsabilidad de las cosas aunque no nos corresponda», dijo Zapatero en improvisada defensa ante el auditorio de un pabellón Santiago Martín —con capacidad para unas 6.000 personas— que no alcanzó ni la mitad de su aforo.
No fue esta, sin embargo, la única interrupción que obligó al presidente a demorar su arenga electoralista. Activistas prosaharauis —como los que no hace mucho hacían el gesto de la «zeja»— cortaron sus palabras hasta en cuatro ocasiones. No en vano medio centenar repartieron desde horas antes un panfleto en el que acusan al PSOE de «patrocinar» la violencia marroquí en el Sahara.
En lo que le dio tiempo —hubo un grito de «mentiroso» proferido por una mujer que resonó pese a la megafonía—, Zapatero reconoció que no tiene «una varita mágica» para acabar con el paro, aunque insistió en el compromiso de conceder ayudas sociales a más del 75 por ciento de los desempleados. Asimismo repitió hasta en tres ocasiones que a su gobierno le ha tocado tomar decisiones en una crisis que deslindó de su gestión.
En esa estrategia de derivar responsabilidades hizo también referencia al PP, al que achacó la práctica totalidad de los males del país. «Tuvo que llegar el Partido Socialista para defender a los ciudadanos: las mejores políticas sociales. Si el PP en los años que gobernó no mejoró el salario mínimo, ni estableció becas, ni impulsó nada que se pareciera a ley de dependencia, ¿qué pasaría si hubiera gobernado en una época de dura crisis como la actual? No nos van a borrar del mapa», remató.
Rodríguez Zapatero no pudo tampoco evitar un recuerdo para su antecesor en el cargo: José María Aznar. En relación con la alusión que el expresidente hizo al «lío» que vive el PSOE, el jefe del Ejecutivo —justo en la isla en la que Ferraz ha impuesto gestoras a dos órganos de dirección por discrepancias internas— contestó: «A la democracia la llama lío».
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